Defensa integral de la Nación en la República Bolivariana de Venezuela
El objeto de la acción de defender es resguardar o proteger algún ente material o inmaterial contra un ataque, peligro o daño.
En este caso la acción de defender está dirigida a la nación; y una nación es un alma, un principio espiritual que sienta sus bases en la posesión en común de un rico legado de recuerdos que crea un estado de solidaridad constituido por el sentimiento que genera los sacrificios que se han hecho en la búsqueda permanente de un futuro mejor.
Este sentimiento generado por la memoria colectiva, se traduce en un hecho tangible: la voluntad general, el consentimiento, el deseo claramente expresado de continuar la vida en común y la disposición de hacer nuevos sacrificios para construir el futuro deseado.
Se suele a veces confundir el concepto de nación con el de estado; siendo este último de carácter jurídico y se refiere a una comunidad social con una organización política común; un territorio definido y un gobierno propio, soberano e independiente de otros gobiernos.
Un estado puede existir sin ser nación; sin la voluntad general, el consentimiento, el deseo claramente expresado por su población de continuar la vida en común.
Pero la historia ha demostrado que la no consolidación del alma nacional conduce a la disolución de los estados; objetivo que se logra actualmente de diferentes formas; siendo la más habitual la instauración de gobiernos títeres al servicio de los intereses de la maquinaria imperial globalizada; es decir, gobiernos que no son independientes y no obedecen a la voluntad general de los pueblos, al interés nacional.
Debemos estar conscientes que las formas de dominación imperial después de la II Guerra Mundial; se reorientaron principalmente a estrategias de carácter no bélicas; mediante la manipulación de la memoria para crear un imaginario colectivo favorable a su estrategia colonizadora.
En este sentido Allem Dulles, quien fue fundador y director de la CIA; durante 8 años (1953 – 1961) devela el objetivo de la estrategia en los siguientes términos:
El objetivo final de la estrategia a escala planetaria, es derrotar en el terreno de las ideas las alternativas a nuestro dominio; mediante el deslumbramiento y la persuasión, la manipulación del inconsciente; la usurpación del imaginario colectivo y la recolonización de las utopías redentoras y libertarias; para lograr un producto paradójico e inquietante: que las víctimas lleguen a comprender y compartir la lógica de sus verdugos.
En este sentido no se puede ser indiferente ante la implantación consciente o inconsciente de imágenes y símbolos; que construyan un imaginario colectivo y una proyección de futuro; favorable a los intereses de los centros de poder imperialista.
Por tal razón, la defensa integral de la nación se debe desarrollar con gran énfasis en los ámbitos ideológico – cultural y político; para impedir que el imperialismo logre con sus estrategias de engaño y manipulación sus objetivos de recolonización.
Hugo Chávez en el preliminar del El Libro Azul (1991), donde plantea las líneas gruesas del Proyecto Nacional Simón Bolívar; hoy plasmadas en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, expresa lo siguiente:
Vivimos en una era donde las ideologías parecieran extinguirse. El fin de las ideologías, así la han llamado no pocos estudiosos de la época. El fenómeno adquiere mayores proporciones en América, particularmente en Venezuela donde la gran mayoría de los partidos políticos surgieron paralelamente al proceso de industrialización [esencialmente petrolero] derivando en organizaciones totalmente vacías de contenido ideológico. Nuestros pueblos se han ido alejando cada vez más de sus raíces históricas. Es en este marco desideologizado y con el propósito de hallar recursos válidos para que nuestro pueblo avance por el mapa intrincado del futuro es que nos hemos atrevido invocar un modelo ideológico autóctono y enraizado en lo más profundo de nuestro origen y en el subconsciente histórico del ser nacional [El árbol de las tres raíces].
Simón Rodríguez, el Maestro, que propone un proyecto de sociedad basado en la educación popular y en la creatividad que concibe la idea concreta de la República y talla las formas del Estado Nacional y las líneas geohistóricas de su proyección en el tiempo; Simón Bolívar, el líder del proyecto, el padre Libertador; y Ezequiel Zamora, El General del Pueblo Soberano.
En el caso de Venezuela el imperialismo avanzó en su política de dominación no bélica durante todo el siglo XX; creando un tiempo estructural de transculturización y usurpación del imaginario colectivo.
Fernand Braudel, teórico de la multiplicidad e imbricación de los tiempos históricos; define al tiempo estructural como un tiempo de larga duración muy difícil de romper donde se desarrollan y consolidan las estructuras que conducen a una sociedad o parte de ella a adoptar ciertas costumbres, rutinas, ademanes que prosperan por si mismos y con respecto a los cuales a nadie le es preciso tomar decisiones, que suceden sin que seamos plenamente conscientes de ellos.
Este tiempo estructural con impacto en la conformación de la memoria que construye el imaginario colectivo proyectante del futuro deseado; tuvo sus bases en lo que Rodolfo Quintero denomina la cultura del petróleo:
Un estilo de vida definido por rasgos particulares, nacido en un contexto bien definido: la explotación de las riquezas petrolíferas nacionales por empresas monopolistas extranjeras donde los más “transculturados” llegan a sentirse extranjeros en su país, tienden a imitar lo extraño y subestimar lo nacional. La cultura del petróleo es una cultura de conquista para adecuar una sociedad a la necesidad de mantenerla en las condiciones de fuente productora de materias primas… forma hombres Creole y hombres Shell…hombres de las compañías y para las compañías, personas antinacionales.
Se puede afirmar que en el siglo XX se aplicó en Venezuela; una campaña permanente para menoscabar nuestra identidad nacional a través de una estrategia de transculturización colonizadora.
Haciendo un brevísimo resumen de ese proceso de transculturización colonizador hay que recordar que en las dos primeras décadas del siglo XX; el negocio petróleo venezolano fue explotado por empresas trasnacionales de capital anglo holandés para luego dar paso a las trasnacionales estadounidenses que manejaron a su antojo las riquezas petrolíferas de Venezuela.
Ya para 1914, filiales de la Royal Dutch Shell inician la explotación masiva de petróleo para la exportación mediante la extracción en el pozo Zumaque I. Esta explotación coincide con el inicio de la I Guerra Mundial (1914-1918); por lo que el petróleo venezolano fue utilizado para abastecer a la maquinaria de guerra inglesa.
Al finalizar la I Guerra Mundial, el petróleo se había consolidado como la primera fuente de energía del mundo y se inició una guerra de baja intensidad por el control de las reservas petroleras del planeta.
En 1920 la Royal Dutch Shell y la Standard Oíl eran las dos principales corporaciones en el negocio petrolero mundial, emprendiendo una feroz lucha entre ellas por el control de los territorios con petróleo en el mundo.
Ante tal pugnacidad las siete corporaciones más grandes del mundo deciden llegar a un consenso para repartirse los territorios con reservas petroleras comprobadas o potenciales del planeta. Es así, como en 1928 se concretan dos acuerdos: el de Achnacarry y el de la Línea Roja.
Existían dos zonas importantes a limitar en 1928: el Medio Oriente, cuya repartición se estableció en el acuerdo de la Línea Roja, mientras que las reservas de petróleo de Venezuela, México y Argentina se la repartieron en el acuerdo de Achnacarry.
En conclusión los acuerdos de Achnacarry y el de la Línea Roja planteaban en términos generales lo siguiente: a) la delimitación de áreas para la exploración, explotación y comercialización; b) eliminar cualquier competencia de compañías fuera del acuerdo y; c) solidaridad y acción conjunta contra posturas nacionalistas que atentaran contra sus intereses.
Para el mismo año que se firma el acuerdo de Achnacarry (1928) Venezuela se mostraba en el escenario internacional como el primer exportador y el segundo productor mundial de petróleo. En realidad lo que se produjo fue un saqueo de carácter neocolonial, se trataba del país que exportaba el petróleo más barato del mundo.
Es así como para 1930 un barril de petróleo producido en Estados Unidos, colocado en su costa atlántica costaba 1,98 $$ y un barril producido en Maracaibo, colocado en la misma costa atlántica costaba 0,89 $$.
Desde el mismo inicio del siglo XX, cualquier intento nacionalista real, dirigido al control de la explotación petrolera en Venezuela ha terminado con el derrocamiento del gobierno de turno.
Es Hugo Chávez, apoyado por el Pueblo y la Fuerza Armada Nacional quien logra derrotar al imperio estadounidense entre los años 2002 y 2003 tomando como Jefe de Estado, el control soberano de la industria petrolera para invertir nuestras riquezas petrolíferas en la satisfacción progresiva de las necesidades individuales y colectivas de las venezolanas y los venezolanos, a través de la implementación del sistema de misiones y grandes misiones sociales.
Hay que recordar que la economía venezolana hasta el vertiginoso desarrollo de la industria petrolera en las primeras décadas del siglo XX dependía mayoritariamente de la agricultura y principalmente del cultivo del café que era el producto de exportación por excelencia, pero el auge del petróleo causó el desplome de sus precios y el desplazamiento progresivo de la clase hegemónica compuesta por terratenientes latifundistas hacia una burguesía dependiente de la renta petrolera.
El hecho de que la actividad petrolera se desarrollara con capital 100% extranjero, llevó a la burguesía criolla a dedicarse al sector terciario de la economía (servicios), desarrollando el comercio generalmente de importación y la actividad bancaria.
La burguesía llevó a cabo sus actividades generadoras de ganancias partiendo del aprovechamiento de la renta petrolera y estrechamente ligada a las transnacionales. La gran masa circulante de dinero creó una demanda repentina que solo era posible cubrir mediante la importación de productos.
Toda esta actividad petrolera llevada a cabo por grandes transnacionales capitalistas trajo como consecuencia una estratificación social donde surge una clase media integrada por técnicos, gerentes, empleados administrativos, consultores y profesionales en general para trabajar consciente o inconscientemente por los intereses de estas corporaciones; para tal fin la clase dominante adecuó el sistema educativo venezolano.
Desde la nacionalización petrolera en 1976; los gerentes venezolanos de las compañías extranjeras estatizadas comenzaron a proceder de manera unilateral; en defensa de sus intereses corporativos y del capital petrolero foráneo; y descubrieron que el nuevo status empresarial sin la estricta dependencia a las instancias matrices de las trasnacionales les permitía en contubernio con los funcionarios de los gobiernos de turno tener el control real del complejo sistema empresarial petrolero, dentro y fuera de Venezuela. En poco tiempo la empresa estatal PDVSA se convirtió en un poder en sí mismo [un Estado dentro del Estado], que actuaba según sus propios códigos e intereses, una especie de logia hermética que esgrimía el concepto de meritocracia como fundamento de sus quehaceres inescrutables.
Con el objetivo de revertir la situación expresada en los párrafos anteriores y con el afán de rescatar y defender el alma nacional con base a nuestra rica herencia histórica, así como también colocar la riqueza petrolera al servicio del pueblo, se conduce en Venezuela un proceso constituyente partida de nacimiento de la Constitución de La República Bolivariana de Venezuela de 1999.
Como consecuencia de las acciones para materializar lo contenido en el texto constitucional de 1999, principalmente la potestad absoluta del Estado sobre la empresa petrolera, se llevó al epicentro de la confrontación a dos posiciones antagónicas respecto al rol de la industria Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA).
Por una parte la posición de autonomía defendida a ultranza por la gerencia de la empresa con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, que planteaba la privatización gradual y la disminución del ingreso fiscal petrolero, así como también una política de aumento de la producción y no de defensa de los precios, siendo contraria a la trazada por la OPEP.
Por otra parte la contenida en la Constitución de 1999 y en la Ley de Hidrocarburos aprobada en 2001 que resguardan el control estatal sobre la industria, privilegian los pagos de regalía sobre los pagos de impuesto sobre las ganancias y desarrollan una política de defensa de precios justos sobre volúmenes de producción.
Este antagonismo fue el generador del golpe de Estado contra el Presidente Hugo Chávez en abril de 2002 y del posterior sabotaje a la industria petrolera; ambas acciones lideradas por la burguesía criolla que había hecho su fortuna aprovechándose siempre de la renta petrolera y que utilizó como masa crítica a sectores de clase media con el apoyo de Estados Unidos.
El golpe de Estado contra el Presidente Hugo Chávez fue derrotado en menos de cuarenta y ocho horas, como también fue superado el sabotaje a la industria petrolera por acciones lideradas por el propio Chávez empleando como poderosa fuerza de resistencia a la unidad cívico militar.
En el fondo de esta victoria liderada por Chávez que marca la consolidación de la unión cívico militar como uno de los principios fundamentales de la Revolución Bolivariana está la derrota al imperio estadounidense que manejó las reservas petroleras de Venezuela, la más grandes del planeta, a su antojo en el siglo XX.
Una derrota de esa naturaleza no es aceptada por el imperio estadounidense que actualmente arremete con toda su fuerza contra el pueblo de la República Bolivariana de Venezuela que ha resistido heroicamente bajo el liderazgo y conducción del Presidente Nicolás Maduro dando ejemplo de dignidad y lealtad a los principios de la Revolución Bolivariana y al legado del Comandante Chávez que son esencialmente antiimperialistas.
Las estrategias de dominación aplicadas por el imperio estadounidense actualmente sobre Venezuela se ajustan a su doctrina de guerra total en tiempos de la globalización.
Uno de los mayores exponentes de este tipo de guerra es el Coronel retirado del Ejército de EEUU Max G. Manwaring, egresado de la escuela de Comando y Estado Mayor del Ejercito y de la Escuela Superior de Guerra de EEUU.
Este oficial estadounidense que se desempeñó como Profesor de Estrategia Militar y fue Director del Centro de Investigaciones y Doctrina “General Douglas MacArthur” define la guerra total en tiempos de la globalización en los siguientes términos:
El enemigo puede convertirse actualmente en protagonista estatal o no estatal que planifica y efectúa actividades directas o indirectas; letales o no letales, militares o no militares que socavan la estabilidad de un país… En este contexto existe solo una norma común para los conflictos de hoy en día: que no existen normas. No se prohíbe nada. Así es la guerra total en la época de la globalización. Mientras que es menos sangrienta, no es menos brutal… El último objetivo de la guerra se mantiene igual: forzar al enemigo a ceder ante los intereses de otro.
Indica Manwaring que este tipo de guerra tiene tres niveles de conflicto: a) Amenaza interna contra la estabilidad política y la soberanía por personas naturales y/o jurídicas nacionales y/o transnacionales que cuentan con apoyo transnacional estatal o no estatal; b) generación de descontento popular e incapacidad inducida que impiden al gobierno resolver las causas del descontento; y c) la guerra que un estado le declara a otro, generalmente encubierta con el calificativo de intervención humanitaria.
El nivel de conflicto “a”, el de la amenaza interna, tiene tres formas fundamentales: 1) desestabilización económica y ataque a la moneda; 2) golpe de Estado; y 3) Control territorial y político a través de organizaciones criminales, tales como paramilitarismo, pandillas o bandas delincuenciales y crimen organizado.
En el nivel de conflicto “b”, dado por la generación del descontento popular y la incapacidad inducida para que el gobierno no tenga la posibilidad de resolver las causas generadoras del descontento viene apoyado por una campaña de guerra psicológica para confundir al pueblo sobre quien es su verdadero enemigo.
El Coronel Manwaring enfatiza que vale la pena considerar dos puntos adicionales sobre la guerra total: a) los distintos niveles de conflicto no siguen uno a otro en orden ascendente o descendente. Suelen suponerse en términos de tiempo y lugar para que sea posible tener una variedad de niveles de conflictos que ocurren a la vez; y b) Los conflictos de nivel “a” y “b” no representan una manifestación inferior de guerra en comparación con las guerras directas entre estados; al contrario, generalmente son más eficientes.
Vistas las principales estrategias de dominación que el imperio estadounidense; aplica paso a plantear los principios para la defensa integral de la nación en la República Bolivariana de Venezuela.
La Defensa Integral de la Nación es un sistema de acciones coordinadas dentro del marco del Art. 326 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; que establece que la seguridad de la Nación se fundamenta en el principio de corresponsabilidad entre el Estado y el Pueblo; ejerciéndose este principio en los ámbitos; cultural, político, social, económico, geográfico, ambiental y militar para garantizar la independencia, la paz y la soberanía nacional; así como la satisfacción progresiva de las necesidades individuales y colectivas de las venezolanas y los venezolanos.
Para profundizar la acción ideológica y sociopolítica, Chávez creó el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) a finales del 2006; organización que inicia su declaración de principios en los siguientes términos:
A comienzos del siglo XXI la humanidad ha ingresado de lleno en la encrucijada más riesgosa de su historia. El capitalismo en su fase imperialista ha tocado sus limites y se ha reafirmado con sus políticas neoliberales y su modelo de influencia mediática; como el principal enemigo de la humanidad.
El PSUV creado por Chávez inicia su declaración de principios con el epígrafe de AMENAZA IMPERIALISTA; para luego en el numeral seis desarrollar el epígrafe de la DEFENSA DE LA REVOLUCION BOLIVARIANA de la siguiente manera:
La defensa de la Revolución Bolivariana implica la defensa de la soberanía nacional, tarea que es responsabilidad fundamental del partido y el pueblo combinando todas las formas de lucha para evitar que el imperialismo y sus aliados puedan avanzar en dinámicas belicistas, anexionistas, divisionistas, de sometimiento y destrucción del mundo.
Chávez retomó las banderas de Bolívar y creo la Milicia Bolivariana; Maduro siguiendo al maestro e impulsado por nuestra herencia histórica, ordena conformar el Sistema de Organización Territorial de las Unidades Populares de Defensa Integral (SOTU), que hoy supera los 2,5 millones de milicianas y milicianos encuadrados en 51.743 unidades populares de defensa integral a lo largo y ancho del territorio nacional.
El SOTU es un sistema territorial de unidad y organización superior cívico militar para coordinar acciones entre el Estado y las diferentes formas de organización popular en cada comunidad, en cada calle, con la finalidad de garantizar la independencia, la paz y la soberanía nacional, así como la satisfacción progresiva de las necesidades humanas de las venezolanas y los venezolanos.
Se trata de una organización para batallar en cada comunidad, en cada calle, siempre junto al pueblo en su lucha diaria por transformar las condiciones espirituales y materiales de vida, logrando que la sumatoria de lo transformado nos conduzca a la nación soñada por Bolívar y Chávez: la que construya en colectivo, como dijera el Padre de la Patria, Libertador Simón Bolívar: la mayor suma de seguridad social, la mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad posible.
Vicepresidente del PSUV para la Defensa Integral de la Nación
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